lunes, 7 de enero de 2013

Kafka

Kafka camina sin peso por la orilla de su nombre
el aleteo de su huella se derrama
blanco en la blanca hoja de ojos ciegos.
El es el tiempo que cruza por su cuerpo
y lo destruye. Arena derramada que reúne
para volver a ser el río sin cauce,
la sola piedra y canto que se labra en la noche
mientras gotea nerviosa la próxima morada
como alacrán que pende sobre un niño.
Kafka disuelve trazos y colores como un grito
para que el sol detenga su caída.
¡Cómo se incendia el mar de peces claros!
¡Cómo teje de nudos el silencio¡
¿Quién ha lanzado ya la piedra que sepulta
en la mano de sal que ayer blandía su pan inmerecido?
El adorno en tu frente cruje y resplandece
¿o es el élitro enorme de tu vientre
que estalla bajo el peso de tu terrible sombra?
Cuando pienso en morir sueño contigo.

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