CUANDO EL PARTIDO AMARILLO alcanzó por fin el poder decidió que todo fuera pintado de amarillo. Todos estuvieron de acuerdo, salvo quizá algunos que luego fueron convencidos de que deberían estarlo. Si algo tiene Líder es que sabe saber convencer. No recuerdo palabra por palabra qué me dijo -pero no es importante sino por cómo lo hizo-, de tal forma que acabé diciendo que sí a todo –dijo un ciudadano que al principio parecía no estar de acuerdo, con el cajete del ojo tan morado que un funcionario de la Comisión Encargada de Amarillearlo Todo rápidamente comisionó a un par de oficiales para que se lo pusieran de ése color. Qué alegres fueron esos días en que todo revestía un único vivo color, se decía. La sensación, física, etérea, era ahí envolvente y ecosistémica, opresiva y sorprendente. Lo mejor es que rápidamente fuimos todos iguales, todos Amarillos. No había distinción de personas, desigualdad de razas ni conciencia clases, tampoco diferencia de géneros o sexos, salvo quizá porque las mujeres siguieron usando preferentemente falda -amarilla- y los hombres pantalón. Pronto que pasó la fiesta unos que o andaban crudos o estaban enojados, decidieron disturbiar (palabra que la misma Comisión puso de moda al adjudicársela a quienes osaban contradecir La Voluntad General, LVG), y lo hicieron, o sea, disturbiaron, pintándose de verde.
Huy qué días de paz y verdadera fiesta del espíritu humano se vivieron en
la participación de aquél movimiento amarillista. ¿Qué cuántos eran?, la mayoría,
que quiere decir todos, según La Comisión. Ésta, nacida de manera imprevista de
aquella iniciativa de amarillar-lo-todo, acabó convertida en una instancia
múltiple y muy importante para el desarrollo y la conservación. Hacía desde
observaciones a consejerías, hasta señalamientos para mantener la línea: todo
le era estrictamente respetado. La Comisión fue la encargada hasta de nombrar
fruta oficial al plátano, por su color, claro, y por sus maravillosas
propiedades que, señalaba, incluían el poder tragarse las espinas atoradas en
gargantas tímidas o estrechas. Como fue tan masivamente adoptado la Mundial de
Frutas apoyó su provisión y no hubo problema de popularizar el tragar plátano
como el Acto Cultural de Masas oficial. De paso, también así quedó desplazado
el camote. En algunos lugares donde la poderosa oruga de la maquinaria cultural
no habría la durísima brecha, la Comisión consintió que en vez de plátano, la
gente hiciera de algunas frutas locales, tradicionales ya en ellos, la fruta
oficial, a condición de que se respetara el color natural del movimiento, es
decir el amarillo. Así el güicumo, en las partes altas de la ladina Sierra Vieja;
el guácimo, en la mosquitera reserva tropical del Guanamo; o la changunga, en
el altiplano central. Otros frutos menos conocidos fueron también sucedáneos
pero por discriminación no han sido nombrados.
Se pintaron de verde y salieron a la calle. Y ¿qué iba a pasar? Hubo
que corregirlos. A todos les pareció, según dijo la televisión objetiva
nacional en noticieros, que aquello iba contra los planes de LVG, que buscaba
la felicidad total. El Cuerpo de Facilitadores, Sección “Contención”, conformado
por payasos, títeres y mojigangas, contuvo la minúscula-enardecida protesta
llenando de paletas de grosella la boca de los inconformes y bañando en chorros
de agua de limón su cuerpo para que sintieran la felicidad que nomás por necios
estaban dispuestos a perderse. Además, se les encerró en corralitos Playmovil
(“La marca oficial de la Comisión”), que se eligió además del vivo color
amarillo que ostenta, y no obstante marcas nacionales de producción, por ser
menos incómodos para sus cuerpitos frágiles. Por último, ya cuando el Cuerpo de
Contención los había logrado subir a carros alegóricos que los trasladarían al
Castillo de Rapunzel (llamado por La Resistencia Castillo de Luzibel),
encerrados en cómodas pero confortables recámaras les pasaron videos del
Sistema Nacional de Educación: un documental que mostraba lo felices que las
hormigas son aun si van atravesando el estrecho túnel baboso del oso
hormiguero. Después solo supimos de los triunfos de la selección Nacional de
Canicazo, que ganó la copa “Festi Mundi”, 27 a 3.
La Resistencia. Ah, suena dulce, pero, ¿tiene caso hablar de ello? Crisis,
Malestar, Estallidos, Secretismo, Reunión, Pacto, Conjura, Rebelión, Infiltración,
Deserción, Insurrección, Revuelta, Traición, Sabotaje, Represión, Limpieza, Reparación.
Olvido. Recuperación. Normalización. Fiestas Por el Aniversario de La Amarilloidad.
Segunda Gran Amarillada.
Los días normales vinieron como amaneceres seguidos de mediodías y
acabados en atardeceres que la noche hacía olvidar para que comenzara otra vez
todo de nuevo. Cuando el Movimiento comenzó a envejecer algunos sospecharon con
el antiguo puñal de Diógenes viendo desde su único ojo esmeralda que el que se
envejecía era el Partido Amarillo, no el movimiento. Pero las palabras precisas
tardaron mucho en ser pronunciadas.
Luego, los correctores comenzaron a sugerir por Amarilloidad la palabra
amoralidad. En diversos puntos alejados del núcleo se fueron integrando, como
aceite y agua, disímiles y perversas catervas, los grupos enemigos. El fuego
halló viejos los boques, nutrida la hojarasca. Cuando los funcionarios del
Edificio Amarillo, imitando a Líder, vaciaban casilleros o quemaban papeles,
transferían cuentas o telefoneaban por última vez a alguien, antes de abandonar
para siempre sus bunkers operativos, gruesos contingentes del Movimiento Rojo
comenzaban a ocupar las calles principales de Ciudad Original.
FerVillávalos, noviembre
2009.
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